Entre escritores: una imagen personal (III. Escritores españoles)
La Semana Negra de Gijón se celebra desde 1988 y tiene una inspiración popular y lúdica. Hacía años yo había oído hablar de ella y, en particular, del tren que llevaba a los escritores hasta sus escenarios. Yo soñaba con tomarlo y conocer de cerca a sus peculiares pasajeros.
Mis investigaciones académicas en torno a lo que denomino novela de crímenes (2007-2019), la asistencia a eventos dedicados a este tipo de literatura y la dirección del Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro (2010-2019) me permitieron conocer a la mayoría de los escritores españoles de los cuales hago aquí una breve semblanza. He tenido la suerte de leer sus obras, compartir con ellos algunos de esos espacios y enriquecer así mi propia experiencia académica y creativa, razones que justifican este texto.
Antes de abordar el tema me gustaría señalar que estudié Literatura en la Universidad Nacional de Colombia (1987-1991), donde seguí varios cursos de Literatura española y asistí a numerosas conferencias sobre el tema. Lamentablemente en uno u otro espacio no se incluían los nombres y las obras de los escritores contemporáneos. Acaso cierto aislamiento cultural del país (no de su industria editorial que ya era robusta) impedía tal acercamiento. No obstante, luego hice el doctorado en Literatura en la Universidad de Salamanca (1995-2003) y también allí el espacio académico no resultó especialmente proclive a los escritores vivos. El desarrollo de la industria editorial de esos años parecía marchar al margen de la academia, tanto como sus escritores. Solo algunos de ellos lograron permear, con dificultad, el campo cultural e incidir tanto en académicos como en lectores de todo tipo.
Por tal razón, para empezar esta semblanza, quisiera mencionar en primer lugar al escritor salmantino José Luis Muñoz, presidente de la asociación cultural Lee o Muere, comisario del festival Black Mountain Bossòst y autor de La frontera Sur (2022), entre otras novelas. Lo menciono de entrada puesto que hace años —de 2007 en adelante— empecé a recibir, y recibo aún, posts de su blog La soledad del corredor de fondo, singular puente de comunicación que se forjó entre su producción literaria personal y sus lectores pero también entre la vida cultural y literaria de España y Colombia. Por él, varios lectores de ese país nos enterábamos del curso de la literatura española, sobre todo, la más reciente que poseía, además, una definitiva carga política. Años después, en 2021, ambos participamos en una mesa virtual del festival Códoba Mata y luego, en 2022, fui invitado al festival a su cargo, al cual no pude asistir porque, justo en la víspera, contraje el virus del Covid. Luego, el escritor tuvo la generosidad de incluirme en la antología de cuentos sobre Marilyn Monroe publicado como M.M. en Vencejo Ediciones (2023) y más recientemente me uní a su iniciativa de enviar una carta al Presidente de Gobierno de España, Pedro Sánchez, en apoyo a Palestina y en denuncia al genocidio de Netanyahu. En general, ha existido una fluida comunicación entre nosotros y, como sucede en la actualidad, esta no ha requerido presentación formal ni simultaneidad física. A esto se suma el hecho de que mi novela A la intemperie resultó finalista del Premio Internacional de Novela Negra “Black Mountain Bossòst 2024”, reconocimiento del que me siento muy orgulloso. El Jurado manifestó entonces que la de esa oportunidad fue una “decisión complicada a tenor de la calidad extraordinaria de las otras cuatro novelas finalistas (Tentenublo de Víctor Claudín, Paga o muere de Salvador Robles Miras, A la intemperie de Gustavo Forero, y Asesinato en el bosque de La Habana de Rigoberto Menéndez Paredes), pero finalmente la balanza se inclinó por la novela Todas las mentiras de Carlos Manzano (Zaragoza, 1965).”
Enseguida, siguiendo con tal impronta social y política, quisiera mencionar a una escritora que, desde hace años, ha influido entre académicos y lectores americanos, y en mi trabajo profesional, no solo por su literatura sino por su espíritu combativo: la zaragozana Cristina Fallarás, autora de Las niñas perdidas (2011) y El evangelio según María Magdalena (2021), entre otros textos. En 2012 ella fue invitada al Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro bajo mi dirección, donde presentó la conferencia “Tiempos de novela negra, cronista y cómplice: del franquismo a la crisis”, perspectiva crítica de la Historia de España a partir de su literatura. Este trabajo hace parte del compendio anual de la colección Medellín Negro, Novela negra y otros crímenes, y supone una valiosísima reflexión sobre la relación entre literatura, historia y política. Desde entonces, nos hemos encontrado en otros espacios, conservo comunicación con ella, me identifico con sus denuncias y me solidarizo frente a la abierta persecución de que ha sido víctima por las fuerzas más reaccionarias del país.
En 2013, Fallarás tuvo la generosidad de presentar mi novela Desaparición en su librería La Luna de Barcelona, donde, además de vender libros, impulsaba su editorial y a escritores noveles con voluntad de transformar en algo la injusta sociedad. Nunca olvidaré ese día puesto que entonces la periodista Laura González me hizo una entrevista para la emisión "Todos somos sospechosos", de Radio 3, y pude exponer allí la gravedad del problema de la desaparición forzada (provocada por agentes del Estado) que aquejaba y aqueja aún a Colombia.
En el verano de 2013, Cristina Fallarás presentó Desaparición en la Llibreria La Luna, del carrer Ferlandina de Barcelona, de la asociación cultural Sigueleyendo. Al acto asistieron, entre otros, la periodista Laura González, el periodista Txiki Navarro, los escritores Willy Uribe y Toni Hill y mi familia.
Ese mismo día, en La Luna conocí al periodista Txiki Navarro, quien luchó con Cristina por ese espacio cultural de la asociación cultural Sigueleyendo; al escritor bilbaíno Willy Uribe, autor de Sé que mi padre decía (2008); y a al escritor Toni Hill, autor de la reciente La muerte blanca (2025), que para entonces ya era un súper ventas. Este último me sorprendió con su conocimiento de mi trabajo. Nos volveríamos a encontrar en distintas oportunidades de ahí en adelante, en otros festivales o eventos literarios, incluido Alicante Noir.
Como señalé en el segundo artículo de esta serie dedicado a los escritores latinoamericanos, poco después, en 2015, conocí al escritor hispano-mexicano Paco Ignacio Taibo. Lo entrevisté con motivo de su novela De paso (1986) pues yo había publicado el artículo “Anarquismo sin fronteras en De paso, de Paco Ignacio Taibo II”, incluido en el libro Fronteras del crimen (2015) de la colección Medellín Negro, y me acuciaban preguntas de índole política para el autor. Frente a ellas, distanciándose del Anarquismo, sobre todo, el escritor no tuvo duda en reivindicarse como activista de izquierda y sindical hispano-mexicano, lo que me permitió precisar su importancia y trascendencia y mi propio lugar ideológico en el mapa literario. En esa oportunidad le entregué mi novela Desaparición (2012), que versaba sobre la desaparición forzada en el contexto del holocausto del Palacio de Justicia de Colombia en 1985 a manos del ejército, y el borrador de Amantes y Destructores. Una Historia del Anarquismo, sobre el contexto del líder anarquista colombiano Biófilo Panclasta, que finalmente sería publicada en Berlín y presentada en Gijón, en 2021. En esta segunda ocasión hablamos, además, de mi novela El Innombrable (2021), que denuncia, de nuevo, los excesos de las fuerzas militares en Colombia.
De esa Semana Negra de Gijón de 2015, de la que existe una minuciosa crónica en su periódico A quemarropa, guardo un gran recuerdo pues el mítico tren del evento nos llevó de Madrid a Gijón, una puerta de entrada a la comunidad de escritores españoles más comprometidos que tanto me interesaba. Al respecto, considero justas las crónicas de Berna González Harbour en El País: “En cuestión literaria, en Gijón tienen la Negra”; Matías Néspolo en El Mundo: “Arranca la fiesta negra”; y el corresponsal de El Universal, que testimonian su importancia.
Esa Semana Negra de Gijón de 2015 contó con numerosos escritores españoles y forjó un especial vínculo con los latinoamericanos que pudimos exponer la gravedad de nuestra situación, incluidos temas como el de la desaparición forzada y los estados militarizados que yo denuncié. Mención especial hago de la labor del ovetense Ignacio del Valle, autor de Soles negros (2016), quien tuvo la gentileza de presentar mi novela Desaparición en el espacio de Quemarropa. Juntos preparamos la intervención en el tren pero ya en el auditorio ocurrió algo inusual: con banderas y pancartas, un colectivo de denuncia de violación de derechos humanos en Colombia ingresó al recinto y Valle tuvo que abrirle un espacio, armonizarlo con el contenido de la novela y sortear la situación. Lo hizo con habilidad. Fue entonces que me enteré de la febril actividad de colectivos de Gijón en búsqueda de la paz y la justicia en Colombia. En especial, el Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia (PAV-DDHH), gestionado por organizaciones como Pueblo y Dignidad y que ha acogido a numerosos líderes sociales amenazados.
El ambiente político de la Semana Negra de Gijón lo era en todo el sentido de la palabra. Tanto que, al final, los escritores fuimos invitados a Moreda, “a la comarca del Caudal para reivindicar la popularización de la cultura y un futuro para la minería”. Al respecto, C. M. Basteiro publicó una interesante reseña sobre la visita: “La "Semana negra" se acerca a la mina” que incluye mi comentario sobre la experiencia.
En esos mismos términos, en Gijón tuve, sobre todo, el gusto de conocer al salmantino Ángel de la Calle, autor de Pinturas de Guerra (2017), una estupenda novela gráfica sobre las dictaduras latinoamericanas. Reemplazó a Taibo en la dirección la Semana Negra de Gijón en 2012 y tuvo la deferencia de invitarme a las versiones de 2021 y 2023. Además de que en la primera oportunidad de mi participación de 2015 me entrevistó a propósito de Desaparición, en 2023 presentó mi novela Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo y habló de El Innombrable, cuya presentación allí no fue posible en 2021 por la pandemia (sobre lo que escribí Un reset mundial: El Innombrable). Gracias a su gestión, en 2023, el escritor argentino Fernando López presentaría en ese espacio mi novela A la intemperie.
Por Ángel de la Calle y Paco Ignacio Taibo, sin duda, la Semana Negra de Gijón ha tenido eco en eventos semejantes de España (Madrid, Barcelona, Alicante, Guadalajara, Bossòst…), y América Latina: Chile (Santiago), Argentina (Buenos Aires, Córdoba y Mar del Plata), Cuba (Santa Clara), México (México, D.F., Aguascalientes), Brasil (Brasilia), Panamá (Ciudad de Panamá) o Colombia (Medellín), a los cuales he podido asistir y donde tuve la suerte de encontrar a otros escritores españoles de suma importancia.
En esa misma oportunidad de 2015, en efecto, conocí a Dani El Rojo, autor de Gran golpe en la pequeña Andorra (2015). Con él tuve un estrecho acercamiento, sobre todo por el hecho de que, entre muchas de sus proezas, me contó su experiencia en Colombia. Los relatos de su vida con tintes anarquistas fueron para mí un modelo de autoficción que sin lugar a dudas tendría relación con mi literatura. De despedida me obsequió La venganza de Tiburón (2014), manifestándome que tenía gran ilusión de participar en Medellín Negro, cosa que lastimosamente no se pudo concretar.
Con Dani El Rojo en la Semana Negra de Gijón (2015). Una reseña de su impacto en lo que escribiría luego queda consignado en mi novela Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo.
También, en esa Semana Negra de Gijón 2015 tuve el gusto de conocer a Inma Luna, autora de Edificio Nautilus (2020), obra poética que recoge buena parte de su sensibilidad vital y literaria. Nuestras opiniones de la literatura y del campo literario español nos acercaron muchísimo. Su visión panorámica de la literatura me sirvió para hacerme una idea general del tema y avanzar en mis investigaciones académicas y en la escritura de mis propias novelas. Objeto que se enriqueció con el conocimiento de otros escritores de origen español.
Con el apoyo de la Embajada de España, en el mismo 2015 el madrileño Lorenzo Silva, autor de El nombre de los nuestros (2001), entre otras novelas, asistió al Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro bajo mi dirección. Su intervención “Cuando el enemigo está dentro: el policía contra el criminal enquistado en el propio Estado. Una aproximación desde la historia y el presente de España” sería incluida en el libro anual de la colección Medellín Negro, Memoria de crímenes. Lo reencontré en Buenos Aires, Barcelona y en Getafe, a donde gentilmente me invitó en 2021 para la XIV edición del festival Getafe Negro que dirige. Allí compartí la mesa Totalitarismo: el delirio nihilista que invade el mundo, junto a Goretti Irisarri y José Gil Romero, Antonio Gómez Rufo y Santiago Roncagliolo.
En esa oportunidad, Irisarri y Gil Romero, autores de La traductora (2021), resultaron unos estupendos compañeros de mesa. Compartimos juicios relevantes respecto al tema y nuestras novelas recién publicadas conforme a la moderación de David Barba, otro escritor español de esta semblanza, autor de El Eneagrama Del Mula Nasrudin (2015), que hizo una excelente relación entre los libros presentados. Al final, Irisarri y Gil Romero me obsequiaron la novela que presentaban y yo les dejé El Innombrable. Desde entonces nos mantenemos en comunicación.
Además de ellos, según he señalado, en tal espacio de Getafe Negro 2021 también alterné con Antonio Gómez Rufo, autor de Nunca te fíes de un policía que suda (2015). Este escritor se explayó en su discurso dando muestra de su amplia experiencia narrativa. Escribir y ocupar cargos relevantes en la administración no son cualquier cosa. Por su parte, al escritor peruano Roncagliolo ya lo he mencionado en el segundo artículo de esta serie dedicado a los escritores latinoamericanos, donde dedico un apartado a los escritores peruanos. Coincidí con él en Gijón y en esta oportunidad. Respecto de su excelente novela Abril rojo (2006), escribí el artículo “El papel de las fuerzas armadas en el conflicto armado del Perú: Abril rojo, de Santiago Roncagliolo” incluido en el libro Trece formas de entender la novela negra.
En ese mismo Getafe Negro, coincidí con la oscense Ana Ballabriga, autora, junto con David Zaplana, de La profecía del desierto (2021), que me obsequió para mi solaz. Tuvo la gentileza de recomendar El Innombrable, como una de las mejores novelas del año el 24 de junio de 2021 en salamandranegra.com. Luego me invitó a participar en su emisión “La gota de sangre” del canal Zenda, en el capítulo La vuelta al mundo en novelas negras. En este espacio le dediqué unos minutos a la apasionante novela El material humano (2009), del escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, que por entonces era una de las precisas influencias literarias para mi narrativa, como quedó consignado en A la intemperie. Desde entonces la escritora y yo hemos coincidido en distintos espacios y poco a poco hemos consolidado nuestra amistad.
Justamente, gracias a Ana, en Getafe conocí a Men Marías, seudónimo de Carmen Salinas, y Mónica Rouanet, que habían compartido momentos antes la mesa “Cosecha Negra”. La primera, autora de Pukata, pescados y mariscos (2017), hablaba de los excesos de la industria editorial que puede transformar la obra personal a su discreción, incluso por encima de la voluntad del escritor, y la necesidad, por tanto, de crear un sindicato de escritores para defender nuestros derechos. Su formación como abogada me identificó enseguida con su proyecto dadas las ironías de la industria que yo mismo había verificado en España. La segunda, autora de Nada importante (2022), estaba muy interesada en el vocabulario barriobajero de Cali pues alguno de sus personajes tenía este perfil, razón por la cual me mencionaba palabras del argot de esa ciudad que a mí, como a ella, me resultaban exóticas. Eso y su formación como Filósofa y pedagoga y su origen —alicantino— nos dio mucho de que hablar.
También el Getafe Negro conocí a Anamaría Trillo, autora de Amaneció de nuevo Madrid (2015), quien a la postre se desempeñaba como Coordinadora en el festival de novela policiaca de Madrid, Getafe Negro. Su acompañamiento en el evento fue impecable. Le agradezco siempre su lectura de mis artículos.
Retrotrayéndome un poco, quisiera mencionar que, en 2016, el Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro, de nuevo con el apoyo de la Embajada de España, contó con la presencia de la sevillana Susana Martín Gijón, autora de Expediente Medellín (2017), novela posterior a su visita, inspirada sin duda en esa breve estancia en la ciudad. La escritora tenía una experiencia en este sentido de recrear la realidad con la literatura y sin duda aprovechó la oportunidad para hacerlo. Lamentablemente su conferencia en el evento no pudo ser incluida en el libro anual del mismo. Luego nos encontraríamos en otros festivales de la Península, incluido Getafe Negro en 2021.
Fue por esa época que tomé contacto con la escritora madrileña Jimena Tierra, autora de La muerte en un naipe (2021), con quien mantuve una rica comunicación epistolar, sobre todo a propósito de la obra de Subway Placebo (2014), de Rosario Curiel. Años después tendría el gusto de publicar con su editorial, Tierra Trivium, mi novela El Innombrable. Desde entonces hemos forjado una entrañable amistad que siempre augura nuevos proyectos creativos o académicos, que en general definen mi trabajo literario. Ambos se entrelazan para forjar una línea que define, a la vez, una visión de mundo.
Si en 2020 publiqué Capitalismo, crisis y anarquismo en la novela de crímenes del siglo XXI en España, antes y después pude tener contacto con otros escritores españoles cuya obra me atrajo sustancialmente. Con base en la teoría de la anomia positiva y la lucha de clases, en esa investigación recopilé un corpus de unas quinientas novelas y cuatrocientos autores y apliqué esta premisa, entre otras, a las novelas Black, black, black (2010) de Marta Sanz, Ajuste de cuentas (2013) de Benjamín Prado, Con todo el odio de nuestro corazón (2013) de Fernando Cámara, El hombre que mató a Durruti (2004) de Pedro de Paz, Pólvora negra (2008) de Roberto Montero González, La tiranía del espíritu: o Las cinco muertes del barón airado (2011) de Jorge Navarro Pérez y Cabaret Pompeya (2011) de Andreu Martín.
De estos escritores había tenido la fortuna de conocer en 2015 a la madrileña Marta Sanz, con quien dialogué sobre Lo mejor de la novela negra y participamos en el pánel ¿De qué hablamos cuando decimos novela negra? en la Casa de América de Madrid. Luego, en 2017, la escritora asistió a Medellín Negro y conoció de cerca la labor del Congreso Medellín Negro y mi trabajo investigativo. Más tarde, en 2023, coincidimos de nuevo en la Semana Negra de Gijón, donde le dejé mi novela El Innombrable para su generosa lectura. Nuestra comunicación desde entonces ha sido constante.
Panel «¿De qué hablamos cuando decimos novela negra?», ofrecido en la casa de América, en Madrid, el miércoles 14 de enero de 2015, con la escritora Marta Sanz y moderación del director de Programación de la Casa, José Antonio de Ory.
Por su parte, a Pedro de Paz lo conocí en el festival Guadalajara en Negro, en 2022, donde tuvimos la oportunidad de conversar sobre la importancia del famoso líder anarquista y su actualidad en Hispanoamérica. El escritor madrileño, autor, además, de La senda trazada (2010), Premio Internacional de novela Luis Berenguer, manifestó su deferencia para conmigo adquiriendo de inmediato Capitalismo, crisis y anarquismo en la novela de crímenes del siglo XXI en España y solicitándome la dedicatoria correspondiente. Este encuentro me permitió confirmar los afortunados vasos comunicantes que existen entre la literatura como tal, las ideologías y los estudios literarios.
Además de los anteriores, a Andreu Martín lo conocí en el festival Barcelona Negra de 2016, en una cena bastante concurrida, cuando hablamos sobre la naturaleza de la institución policiva en las sociedades contemporáneas. De esta última experiencia queda testimonio en mi novela Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo, que discurre en medio del festival Barcelona Negra comparándolo con el Congreso Anarquista de 1905 en Ámsterdam. Esta novela profundiza en el objeto mismo de este texto: establecer detalles de algunos acercamientos de quien esto escribe con los escritores españoles en los albores del siglo XXI: toda una experiencia vital y de creación.
Justo en ese festival Barcelona Negra, gracias a la intermediación de mi colega Inma Pertusa, tuve el gusto de conocer a Graziella Moreno, autora de El bosque de los inocentes (2016), quien a la postre trabajaba como juez. Su experiencia en el derecho me resultaría de gran interés por cuanto por años ejercí como abogado y su tono y anécdotas me resultaban familiares. Escuchar hablar a la escritura de procesos judiciales, de delitos y sanciones redundarían en mi formación como académico y escritor.
En esos mismos términos, en el festival Guadalajara en Negro ya mencionado arriba, conocí a la toledana Beatriz Gómez Lorenzo, su directora, autora de Serendipia (2020), una inquietante y peculiar novela que la escritora tuvo la generosidad de obsequiarme luego de mi intervención en el festival. Su entrevista respecto de El Innombrable ha sido una de las mejores que me han hecho sobre la novela. Su conocimiento y sensibilidad permitieron abordar el tema de los excesos militares en Colombia y la deriva política del país. Por supuesto, esto no fue lo único grato del festival.
También, en Guadalajara tuve la oportunidad de conocer a la escritora oscense Inés Planas, autora de Morir no es lo que más duele (2018), con quien pude compartir numerosos intereses e inquietudes. Y en el mismo espacio tuve el gusto de encontrar a la escritora valenciana Myrian Imedio, autora de La isla más remota del mundo (2022); a la madrileña Marta Huelves, autora de La memoria del tejo (2022); al jienense José Manuel Martos, autor de El verdadero nombre de Dios (2021), y al madrileño Marto Pariente, autor de La cordura del idiota (2018), con quienes se formó una estupenda tertulia en una de las terrazas de la ciudad. Conocer de cerca la experiencia de estos escritores enriqueció mi propia perspectiva de España y su literatura.
Con Myrian Imedio, Marta Huelves, José Manuel Martos y Marto Pariente en Guadalajara(2018). También aparece Luis Crespo y dos personas más de los asistentes al evento. La terraza es uno de esos espacios populares que permite acercar a las personas en España y establecer conversaciones de todo tipo, para el caso en torno a la literatura.
No quisiera dejar pasar esta oportunidad para recordar personas entrañables que tuve la fortuna de conocer en medio de los festivales literarios. Como señalo en en mi novela Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo, fue un gusto hablar con el valenciano Paco Camarasa Yáñez, librero, editor y activista cultural español, especializado en novela negra y policíaca. Aunque no escribía en estricto sentido literatura, sus crónicas respecto de libros y autores del género son un verdadero “atlas de la novela negra española”. Su libro Sangre en los estantes (2016) ofrece un panorama de novelas y escritores que se pueden rastrear en mi investigación Capitalismo, crisis y anarquismo en la novela de crímenes del siglo XXI en España. Mi visita a su local de la Calle de la Sal de Barcelona me permitió verificar su interés por la producción académica y literaria de la colección Medellín Negro. El librero sabía muy bien del poder del capitalismo, de la industria cultural y la fragilidad de su librería que funcionaba por fuera del circuito de esa industria. Fue él quien presentó la mesa Colombia: narrativa actual y novela negra en el marco del festival Barcelona Negra de 2016 con Sergio Álvarez, Laura Restrepo y quien esto escribe. Para el caso de la novela “negrocriminal” española, como la denominaba, hablaba, en particular, de "nueve novísimos" del género que constituían verdaderas promesas: Víctor del Árbol, Juan Ramón Biedma, Berna González Harbour, Toni Hill, David Llorente, Alexis Ravelo, Dolores Redondo, Rosa Ribas y Carlos Zanón.
De esta exclusiva nómina, tuve la fortuna de conocer, además de Hill, a Berna González Harbour, escritora mencionada arriba en su faceta periodística, con quien tuve la fortuna de alternar en comidas y cenas en 2023. Su interés por Colombia y mi trabajo me resultaron muy apreciables, sobre todo porque manifestaba una franca empatía con los problemas derivados del exilio. Leer su novela El pozo (2021), que me autografió, constituyó el inicio de una relación que se ha venido alimentando posteriormente.
De Alexis Raveló, a quien conocí en una Semana Negra, tengo un grato recuerdo. Su afabilidad y sencillez canaria —tan latinoamericana también— permitirían nuestro contacto. Yo había leído en Colombia su novela La estrategia del pequinés (2013), reseñada en mis cursos universitarios, y teníamos mucho de qué hablar: de literatura, crimen y subdesarrollo, entre otras cosas. Sus palabras de empatía respecto de Colombia y el exilio construirían entonces un referente en mi camino. Su muerte en 2023 me impactaría, sobre todo, porque era menor que yo y auguraba todavía una amplia obra por escribir.
De Carlos Zanón, podría decir varias cosas. La primera: que en Colombia leí con avidez No llames a casa (2012) y, desde entonces, la novela hizo parte del corpus mencionado en mis clases de literatura hispanoamericana en la Universidad de Antioquia. Ella sintetizaba tópicos de la novela contemporánea que servían para ilustrar el curso de la literatura en el siglo XXI. La presencia del escritor barcelonés gravita en mi novela Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo como un monje medieval a quien tengo eventual acceso; va y viene en la narración y como personaje permite establecer los vínculos entre el festival Barcelona Negra y el pasado del anarquismo comunista.
Por su parte, en el marco de la Semana Negra de Gijón de 2021, tuve el honor de moderar la mesa Las fronteras de la novela negra con invitadas de lujo: Elia Barceló, autora alicantina de El secreto del orfebre (2003), a quien conocí en esta ocasión y volvería a encontrar en otros espacios; y Marta Sanz, Claudia Piñeiro y Berna González Harbour, a quienes ya conocía y leía, según he reseñado antes. La fluidez con que avanzó esta presentación fundó cierta camaradería entre nosotros, sobre todo hacia el futuro, cuando nos encontramos en otros espacios literarios semejantes.
Con Elia Barceló, Marta Sanz, Claudia Piñeiro y Berna González Harbour en la Semana Negra de Gijón de 2021. La mesa discurrió de forma muy amena e interesante.
Fue ese año, 2021, en que desde Gijón impulsé la polémica en torno al comercio de drogas que, desde mi punto de vista perjudica sobre todo a los colombianos. Como consecuencia de la presentación de Amantes y destructores. Una historia del Anarquismo, intenté remover la consciencia europea en torno a los negocios transnacionales que afectan sobre todo al Sur, perspectiva que interesó a los periodistas de la rueda de prensa.
De nuevo en la Semana Negra de Gijón 2023 presentando A la intemperie, conocí a la escritora Marta Barrio, autora de Los gatos salvajes de Kerguelen (2020), finalista del premio Memorial Silverio Cañada. Junto con la venezolana Michelle Roche Rodríguez, autora de Malasangre, 2020, compartimos una cena en que la primera explicó los pormenores de las redes sociales a propósito de los escritores (“puedes dedicarle tiempo y no lograr nada o si tienes suerte obtener algunos beneficios”) y la segunda sus anécdotas en el mundo de la industria editorial en que se inscribe el escritor sea español o latinoamericano. Los tres abordamos los problemas contemporáneos derivados de la relación entre literatura, cultura y medios.
Para mí, los problemas locales de los países latinoamericanos pueden mirarse desde esa y diversas perspectivas más. De hecho, aparte de Paco Ignacio Taibo, muy grato fue para mí conocer a otros escritores que podría llamar hispano latinoamericanos como Imanol Caneyada, vasco y sonorense según se presenta, autor de la reciente Cuerpos sin nombre (2025), que poseía una gran sensibilidad llamémosla intercontinental a la hora de evaluar la literatura hispanoamericana. Lo conocí en México, con motivo del festival México Noir, de que he dado noticia en el segundo artículo de esta serie, y coincidimos en esa casa mágica de la capital mexicana junto con otros escritores según relato allí. A él se suma también Álvaro Valderas, escritor y académico leonense afincado en Ciudad de Panamá, a quien conocí en el festival Panamá Negro en 2019. Autor de Revelación (2025), una especie de historia paralela de España, es decir, de lo que pudo ser el país si hubiera seguido por otro camino, este escritor posee una gran sensibilidad y gran erudición. El interés recíproco por nuestro trabajo aseguró la comunicación de ahí en adelante.
Al respecto quisiera señalar aquí que la división por nacionalidades de escritores y obras puede ser solo un mecanismo metodológico para escribir reseñas como esta. En el momento histórico que vivimos son comunes los escritores con dos nacionalidades y, para el caso, una de ellas la española que permite estar en uno u otro catálogo. Menciono aquí los ejemplos de Mario Vargas Llosa, peruano-español, por ser el más conocido, pero también Andrés Neuman, Patricio Pron, Martín Caparrós, entre muchos otros, que por una u otra razón se hicieron nacionales españoles y entraron en tal esfera literaria. Por mi parte, he conocido hoy por hoy a Carlos Salem y Claudia Piñeiro, Sergio Ramírez y Gioconda Belli, entre otros, quienes, como quien esto escribe, gozan de esta peculiaridad, latinoamericanos por origen y españoles por adopción. A algunos de ellos los reseñé en el segundo artículo de esta serie. Su condición los lleva y me llevaría a mí mismo a representar una y otra comunidad en diversos espacios literarios.
Justamente, en Brasil, con ocasión del encuentro Um olhar feminino sobre o romance policial del 2023, organizado por Raquel Romero, directora del Instituto Cervantes en Brasilia, tuve el gusto de presentar resultados de mi investigación sobre los escritores hispanoamericanos. En tal espacio pude conocer a las escritoras catalanas Teresa Solana, autora de Campanades de boda (2016), curiosa novela de gemelos investigadores, y Susana Hernández, autora de Males decisions (2017), un rápido thriller, ejemplo de brevedad y ritmo, que me permitirían ver desde otro lugar el campo amplísimo de la literatura española. Aunque gracias a Camarasa tenía conocimiento de la novela en catalán, escucharlas hablar del tema durante ese tiempo en Brasilia me permitió formarme mi propio juicio respecto a este rico campo de la industria editorial. Conservar su amistad ha sido para mí muy importante. Días después recibí la novela de Susana Hernández en su versión castellana.
Con Raquel Romero, directora del Instituto Cervantes de Brasilia, la escritora Laura Esquivel, embajadora de México en Brasil; y los escritores Alicia Escardó, de Uruguay; César Alcázar, de Brasil; Teresa Solana y Susana Hernández, de España; y Nicolás Ferraro, de Argentina. En el evento participaron también las escritoras Claudia Lemes y Patricia Melo, de Brasil, y Paulo Thomaz, profesor de la Universidade de Brasília, que hicieron sus presentaciones virtualmente.
Al margen de lo anterior, quisiera mencionar otras experiencias literarias que demuestran nuevas perspectivas de vínculos personales a través de la literatura. Hablo especialmente de mi acercamiento a la poesía producida en el País Vasco. De allí, gracias a la diligencia de Kepa Murua y Catalina Garcés, colega colombiana residente en España, he podido percibir algo que me resulta familiar y entrañable. Pastel de nirvana (2018), de Murua, es un ejemplo de ello. ¡Cuánto me gustaría compartir algún espacio con ellos en el futuro!
Por su parte, considero importante mencionar la entrevista de Javier Manzano de Fíat Lux, Revista de novela negra, en 2015, y la presentación de la mesa “Poder, prensa y literatura”, en marco del XII Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro de 2021, espacio que compartí con Miguel Ángel Contreras, director de revista digital Contraluz, especializada en novela negra y policiaca, autor de Los laberintos de la pandemia (2022). Sin duda, este último libro que alude a esos tiempos oscuros en que se realizó la emisión.
Más recientemente, de Alicante y en Alicante podría mencionar a varios escritores que me han dejado una gran impresión y han hecho mi estancia sumamente agradable: Mariano Sánchez Soler, en primer lugar, autor de Los ricos de Franco (2020), a quien conocí a través de nuestra comunicación epistolar promovida por nuestro amigo común, el académico David Knutson. Gentilmente me invitó al festival Mayo Negro de 2017 y desde entonces mantenemos un vivo contacto.
Asimismo, huelga mencionar al granadino Manuel Avilés, autor de De prisiones, putas y pistolas (2021), a quien tuve la fortuna de conocer gracias a mi editora Jimena Tierra que sugirió una entrevista en “Mas de uno Alicante” de Onda Cero bajo su dirección, a propósito de El Innombrable. Por mucho tiempo la iniciativa siguió en pie y el escritor parecía muy interesado en realizarla; por lo menos hasta el I Encuentro Español de Autores Literarios en que según Javier Velasco hice “una denuncia histórica de la corrupción endémica, la represión del pueblo colombiano y la violencia que azota ese país desde hace muchas décadas; … el autor —afirma el periodista— expuso con elocuencia, valentía y sin tapujos la tragedia nacional que sufre Colombia, en una intervención vibrante y llena de compromiso con los valores democráticos que provocó una ovación espontánea de todos los presentes." ¿Acaso este tono no tendría cabida en una emisión radial? La duda permanece en mí. Luego hemos tenido amables encuentros con Manuel; por ejemplo, en la Semana Negra de Gijón de 2023 y en la presentación de mi novela A la intemperie en Alicante, en ese mismo 2023, a la que amablemente concurrió. Por supuesto, me encantaría colaborar en su programa radial. Este proyecto de 2021 no debería quedar en el tintero.
Por su parte, en ese I Encuentro Español de Autores conocí a numerosos escritores de la región alicantina. Entre ellos, a Jorge Zaragoza, autor de Un ángel no debería morir (2020), Elia Mata, una prolífica autora alicantina que promete una obra portentosa, y Chus Sánchez, autora de Nadie se conoce (2022). A esta última escritora la volví a a ver como presentadora del libro Hijos del Karma (2023), de José Carlos Domínguez, a quien, por su parte, conocí en el festival Alicante Noir.
También en Alicante tuve la fortuna de conocer a José Payá Beltrán, Pepe Payá, autor de Los hilos invisibles, novela que presenté en 2022. Además de que fue Jurado del Premio Medellín Negro de 2018, tuvo la generosidad de hablar en Alicante Noir 2021 del conjunto de mis novelas Desaparición, Amantes y destructores y El Innombrable. Ya lo había hecho de esta última novela, El Innombrable, en uno de los cafés de la ciudad pero su paciencia es a prueba de fuego. Su amistad ha sido uno de los regalos de la vida más entrañables en España.
Por su parte, con motivo de la antología dedicada a Marilyn Monroe a la que he hecho referencia al principio, M.M. (2023), presentada, entre otras ciudades de España, en Alicante, alterné con los escritores alicantinos Esther Abellán, autora de Fue suficiente (2023), a quien conocí desde las primeras estancias a la ciudad; el mencionado Mariano Sánchez Soler, y Fernando Ugeda, autor de El deseo oculto (2024). Sin duda, compartir ese escenario con ellos constituyó una muestra más de mi integración a la activa comunidad de los escritores españoles en los que felizmente me incluyo ahora.
También en Alicante, he tenido el gusto de participar en la tertulia “Un libro, un café”, de la alicantina Mercedes Senent, autora de Amapolas al viento (2024), que tuvo la generosidad de presentar mi novela A la intemperie en Alicante, en 2023. En tal espacio compartimos nuestro interés por la literatura Jorge Gumpert, Peral del Valle, entre otros miembros, y conocemos poco a poco a nuevos escritores que presentan sus trabajos literarios.
Presentación de la novela La niña del mercado de Olga Minguez el día 30 de mayo de 2023 en la tertulia “Un libro, un café” de Mercedes Senent.
Conocer a los escritores españoles mencionados, estudiar sus obras y comprender el mundo al que hacen alusión en ellas no ha sido una tarea sistemática o acabada como puede parecer en estas líneas. Ocurrió en eventos internacionales, pero también con ocasión de presentaciones de libros, entrevistas y demás, que sin duda se repetirán en el futuro. Los encuentros fueron, sobre todo, contingencias, fruto acaso de un afortunado azar, y dan cuenta ante todo de las misteriosas derivas de la vida. En todo caso, escuchar sus voces, compartir un rato esta vida, sentir sus vibraciones y, en general, compartir un espíritu de la época y del lugar en que vivimos resulta una experiencia inigualable. En un mundo complejo donde la literatura ha adquirido tan diversas representaciones y naturalezas la experiencia constituye un privilegio. Experiencia que sobre todo agradezco a la vida.