1995 La despedida

8 de diciembre de 1994

Asisto al matrimonio de mi dulce colega del colegio Los Nogales, A. de Brigard, con Ricardo Sarmiento. La recepción es en el Centro Italiano di Bogotá.

¡Las vueltas que da la vida! Tanto que oí a Rosa Julia hablar de este Ricardo Sarmiento y vengo a conocerlo, años después, en su propia boda. Supongo que era apenas previsible que entre tantas mujeres colombianas, incluida ella, del barrio Quirigua de Bogotá, él escogiera a una chica que es miembro de la casa De Brigard como esposa. Esto me lo digo para mis adentros, por supuesto. Jamás lo diría en voz alta. Los tres me caen muy bien y oficialmente son iguales. Creo que el trabajo de Ana María en el colegio Los Nogales es impecable, que la adaptación y dirección de hace un tiempo de El rey se muere de Sarmiento es magnífica y que el talento dramático de Julia es evidente. No se trata de eso. No quisiera estigmatizar. Es otra cosa…

Y como para completar la dimensión inusitada del azar, en medio de la fiesta la rueda de la fortuna continuó dando sus peculiares vueltas en ese estúpido sentido social; como si estuviera en una novela donde se ilustrara la división de clases sociales y el protagonista se encontrara en el centro del conflicto. Quién creería que justo a mi lado se sentaría Eugenia Barraquer, de la casa Barraquer, y que ella misma me contara, así como si nada, que su abuelo fue demandado por un “inexperto abogado” que en la demanda había incluido “la causal de exculpación”: “la ruptura de la causa y efecto entre el daño y la responsabilidad”. Cuando dice esto, tengo que ir a un baño a soportar el impacto de la información devolviendo las delicias que había comido. Además de que esta mujer me ha gustado, y de que en medio de la fiesta ha resultado obvia la atracción mutua, me habla con desparpajo de mí mismo y, sin saberlo; me revela que un proceso judicial que inicié hace ya tiempo contra su abuelo lo perderé por mi propia impericia. De verdad, si contara todo esto en una novela nadie lo creería. Y, por supuesto, no lo contaré nunca a nadie.

Enero

Cursos de francés en la Alianza Colombo-Francesa.

El gran sueño de París debe tener cierta preparación.

Febrero de 1995

Me han despedido del Colegio Los Nogales.

Luego de un año y dos meses de arduo trabajo, cumpliendo a rajatabla con todas las exigencias de sus “autoridades” académicas, sacrificándome cada día por llegar dada su lejanía de la ciudad y dedicándole más del tiempo laboral obligatorio, me despiden como a un perro.Esto es de no creer!

Me pregunto si el despido tendrá qué ver, entre otras cosas, con el hecho de que califiqué mal a X Ospina, uno de los estudiantes de Décimo, heredero de la vieja casa presidencial. Supongo que su amenaza de “mandarme un sicario” pudo más que toda mi devoción por la enseñanza y mi entrega a él y a todos los alumnos. Un Ospina vale más que mil Foreros, me digo. De todos modos yo estoy de este lado. Sin duda, arriba hay pocos y no hay espacio para más. Y esto que escribo es resentimiento social, claro. Lo asumo. Colombia lo exige. El hecho de que la directora del establecimiento sea la tía del chiquillo tampoco me parece accidental. Aquí hay una lucha de clases, me repito. Yo tratando de ganarme la vida, entregando el pellejo, y ellos asegurando su status; ellos utilizándome, amedentrándome y al fin tirándome del barco, y yo tratando de mantenerme a flote.

Tengo tanta rabia que escribo todas estas sandeces de la división social, la lucha de clases y la oligarquía colombiana que deben ser ciertas pero exceden la situación. Me siento trabajando para ellos y echado por ellos a pesar de todos mis esfuerzos por darles lo mejor de mí, por educarlos.

¡Quiero acabar con todo de una buena vez!

Una de las profesoras que recibió al tiempo la misma notificación y yo nos quedamos atónitos, ahí en el parqueadero del colegio. Ella era profesora de Química. Ni ella ni yo sabíamos si marcharnos y olvidarlo todo de una buena vez. Ninguno de los dos contaba con una despedida en regla; oficialmente solo nos dijeron que no nos renovarían el contrato. “Era la única entrada que había en mi casa”, dice ella. A pesar de su apariencia, del estado de bienestar que transmite por su actitud o por su ropa, admitió frente a mí algo como esto. Yo no dije nada al respecto. No le dije que soy soltero siquiera, que vivo aún con mi madre. A mi edad, eso resulta hasta vergonzoso. Solo nos mirábamos enfurecidos. Ambos estábamos ahí, esperando a que algo sucediera, que hubiese algún error, que saliera algún empleado del colegio, la propia directora, nuestra jefe, X Fornaguera, o alguien de la administración, y nos dijera que no hay problema alguno, que podemos volver al trabajo, que…

Pasaron dos horas. La profesora y yo tratábamos de consolarnos, de explicarnos la situación, de ofrecernos razones; sin embargo, al fin, nos dimos por vencidos. “En todo caso los empleadores lo pueden votar a uno en cualquier momento si se les da la reverenda gana.” “¡Así estamos!”.

Al fin abandonamos el lugar. Nada pasó.

Febrero

Con numerosas copias de mi Hoja de vida voy de un lado para el otro. A estas alturas no puedo quedarme quieto en casa esperando no sé qué. Nuestra situación económica no es la mejor, y no puedo seguir viviendo de mi mamá como si nada.









Hoy he ido por los salones de la Universidad Distrital con mi Hoja de vida bajo el brazo. En una de las aulas encontré a dos profesoras. Aproveché que una de ellas había terminado su clase minutos antes y la otra la esperaba para salir. Les pedí un momento y les hablé de todo lo que había estudiado, de mi diploma de Derecho, de mis estudios de Filología y Literatura en la Universidad Nacional, de … Al final, me sentí como si estuviera vendiendo una mercancía o pidiendo limosna. A pesar de su amabilidad, no me era grata esta promoción incidental. Al final, una de las profesoras, Gloria T., me dijo que le dejara mi Hoja de vida, que hablaría con el director del Instituto Caro y Cuervo, que no me daba esperanzas, pero… quizá… “Puede ser que…”. La otra profesora, una mujer extranjera, fue mucho más optimista. “Seguro, Chaves te ayudará”. Nos despedimos como amigos de toda la vida. Muy curioso. En fin… espero que esta flauta suene.





XXX

Me han llamado del Instituto caro y Cuervo. ¡Tengo una entrevista de trabajo allí!

Ignacio Chaves, el director del Instituto, es, por decir lo menos, sorprendente. Me pregunta tres o cuatro cosas y de inmediato me asume como su asistente y me deja algunas tareas. Me pongo a trabajar ahí mismo sin contrato alguno. ¡Tanto es mi interés!

Nunca podré agradecer lo suficiente a las dos profesoras de la Pedagógica.



En los meses que trabajé con él, Ignacio Chaves Cuevas, director del Instituto Caro y Cuervo por muchos años, tuvo un gran impacto sobre mí. Su apoyo, su lealtad para conmigo y luego su atención constante a mis actividades en España fueron muy importantes en mi vida. Fue de las pocas personas que me extendieron su mano en un momento en que yo lo necesitaba. Nuestra rebasó el campo laboral laboral: oscilaba entre filial —padre e hijo— y cómplice —teníamos en común el hedonismo, la picardía y cierta consciencia de que la vida era más importante que las formas.



XXX

Gracias al doctor Chaves obtengo una cátedra en la Universidad Pedagógica: Literatura Universal, nada menos. Lo bueno del asunto es que “Universal” ha llegado a ser “Europeo” y de este campo he aprendido algo. Tendré que estudiar como un burro. Estoy muy emocionado.

Alicia de Torres, la secretaria del Instituto, me habla sobre Rivas Saconi.

En 1995, el Instituto Caro y Cuervo publicó en dos volúmenes el Repertorio crítico sobre Gabriel García Márquez. Juan G. COBO BORDA: Para llegar a García Márquez. Santa Fe de Bogotá: Planeta Colombiana, 1997;



Encuentro esta noticia de hace años:

En una sencilla ceremonia efectuada en el Palacio de Nariño el 5 de marzo de 1986, el Presidente de la República, doctor Belisario Bentancur, posesionó al doctor Ignacio Chaves Cuevas como nuevo Director del Instituto Caro y Cuervo. El doctor Chaves estudió filosofía y letras en la Universidad de los Andes y literatura en Florencia y Madrid. Fue discípulo de Dámaso Alonso, Jorge Guillén y Eugenio Coseriu. Ha sido profesor de literatura hispanoamericana y Decano del Seminario Andrés Bello. En dicho acto, al cual asistió la Ministra de Educación, Liliam Suárez Melo, también se posesionó el nuevo Director del Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES), doctor Jaime Gutiérrez.

Eliska Krausova

Alba Azucena Reyes, la ecónoma, no es abogada, pero es amiga de Belisario. Es ella la que verifica los contratos. Aunque he intentado intervenir en esto, es un hecho que de contratos solo pueden conocer los colegas de Chaves, que tampoco son abogados.

8 de julio de 1995

Recibo carta postal de Néstor, desde Tenerife: “Esto de ninguna manera reemplaza la carta que te estoy debiendo”

Los cruces de las historias antiguas y modernas son asombrosas: la entrega del Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana iniciado por Rufino José Cuervo a las distintas universidades tuvo lugar el viernes 1 de septiembre, pocos días antes de que yo abandonara Colombia. Fui testigo entonces de esta entrega, donde estuvieron, además de Ignacio Chavez, director del Instituto Caro y Cuervo, a la postre mi jefe; Fernando Hinestrosa, rector de la Universidad Externado de Colombia, donde estudié Derecho de 1984 a 1988, y Pablo Obregón Santodomingo, presidente del Consejo de Administración de la Fundación Mario Santodomingo (con quien se realizaron algunos convenios).

7 de octubre de 1995

He recibido la carta más importante de mi vida: la Agencia Española de Cooperación Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores me notifica que ha sido aprobada mi solicitud de beca para realizar estudios de posgrado en Salamanca. “La beca comprende la suma de 100.000 pesetas mensuales por el término de duración de la especialización y un Seguro Médico no farmacéutico y de Vida. … será efectiva a partir del 1 de noviembre de 1995 hasta el 30 de junio de 1996”. ¡Me agradecen que notifique mi aceptación de la beca!

 @GustavoForeroQ / gustavo.forero@udea.edu.co

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