Factores que influyen en la conducta criminal del individuo
Será un gusto participar en el conversatorio "Factores que influyen en la conducta criminal del individuo: ¿El criminal nace o se hace" mañana lunes, 18 de septiembre, de 10 a 12 am en Colombia (17 a 19 h pm en España), de la Escuela de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda (Santa Marta), junto a la psicóloga Ángela Tapias, la médica María Isabel Smith Rovira y la filóloga Beatriz Helena Sanchez. El evento se presentará en el Auditorio RNL. Campus Centro. La discusión se desarrollará en torno a un cuento de Ferdinand Von Schirach: "El Erizo". ¡Bienvenidos!
El cuento “El erizo” de Ferdinand Von Schirach (Verbrechen, 2009) constituye una muestra inigualable de lo que he denominado la anomia positiva en la narración de crímenes. “Muchas cosas sabe el zorro, pero el erizo sabe una muy importante”, dice la sentencia del poeta griego Arquíloco evocada por el narrador, y la historia ilustra en efecto la habilidad de un individuo frente al poder incontestable de un coloso sistema judicial. En la historia, un joven de origen libanés, Ealid Abu Fataris, está a punto de ser condenado por la justicia alemana por el robo a una casa de empeño, pero gracias a la declaración de Karim, su hermano, en la “vista oral” frente al juez, la justicia llega a absolver al inculpado. A pesar de hacer parte de una “familia de delincuentes”, este personaje, Karim, el menor de los nueve hermanos, resarce el daño devolviendo el dinero robado y, por si eso fuera poco, estableciendo una peculiar coartada para su liberación (todos los hermanos tienen la misma camiseta por la que se le ha detenido). En un mundo capitalista, del norte global, este joven tiene un perfil que sustenta tal resolución: él logró hacerse millonario y por su dinero e inteligencia logra doblegar a la justicia oficial. El castigo para el culpable no llega porque este erizo lo impide, por encima incluso de su consciencia del imperio de la ley. Tal lógica constituye la visión contestataria del cuento. En una sociedad enajenada, definida por el fatal fin de lucro, con pautas rígidas de autoprotección, cualquier sanción, incluso la más justa y evidente, resulta un daño irreparable que debe ser evitado. El triunfo del individuo, y más aún del individuo marginal, constituye, paradójicamente, una esperanza para esa sociedad, para el género humano y para la preservación del sistema. La relación causal entre el crimen y la sanción se ha roto, pero en beneficio del colectivo más vulnerable, representado en un hábil erizo. Acaso, en el futuro esa sociedad deberá cambiar y llegar al ideal de una sociedad “sin sanción ni obligación”, tal como proponía Jean-Marie Guyau hace más de cien años. Sobre todo en vista del empoderamiento de los colectivos vulnerables y el terrible fortalecimiento de los viejos colonos.