Este martes 30 de abril Gustavo Forero Quintero presenta en la FILBO su nueva novela Desaparición
“En Colombia es más importante la guerra en abstracto que la desaparición”. Gustavo Forero Quintero
El próximo martes 30 de abril se realizará el lanzamiento de la primera novela del escritor colombiano Gustavo Forero Quintero, Desaparición, en el marco de la 26ª Feria Internacional del Libro de Bogotá. Esta obra, caracterizada por una prosa ágil e incesante, llena de erotismo y dolor, fluctúa entre el romance y la tragedia, al tiempo que presenta una reconstrucción crítica de lo ocurrido en la toma del Palacio de Justicia y un duelo inconcluso suscitado por la desaparición de una de sus víctimas. Dialogamos con Gustavo Forero Quintero sobre el origen de su novela, editada por Ediciones B dentro de su serie “Novela Negra”, y sobre los alcances de Desaparición. Esto fue lo que nos contó.
P/ Si bien, su novela puede leerse dentro de la clave de novela de crímenes que usted mismo ha desarrollado como crítico, Desaparición sorprende por la multiplicidad de géneros que se mezclan en su prosa, pues puede leerse tanto como una historia de amor como una novela histórica, como una novela negra o, incluso, como una novela política. ¿Qué perspectiva considera que es más relevante en su obra y cuál es su propósito al presentar a un mismo tiempo una variedad de subgéneros tan amplia al lector?
GFQ/ Desaparición puede leerse como una novela de crímenes –de hecho Ediciones B la ha incluido dentro de la colección Novela Negra—, pues da cuenta de un ambiente general determinado por el crimen. Desde el homicidio hasta la desaparición forzada, pasando por la violación y el crimen político, la novela es un mosaico de lo que he denominado en mis estudios académicos la anomia social que vive Colombia y buena parte de América Latina. Al mismo tiempo Desaparición puede considerarse una propuesta posmoderna de la antigua novela realista, tan solidarizada con los oprimidos; e incluso puede entenderse como una novela histórica, pues se inspira en un hecho fundamental para la historia colombiana como la toma y retoma del Palacio de Justicia ocurrida en 1985. También puede asumirse como una novela sentimental o, por último, puede equipararse con la tragedia, por su final inesperado y desgarrado. Por lo tanto, creo que esta novela ilustra en efecto una mezcla de géneros literarios que bien merece atención crítica. Mi propósito, sin embargo, apunta más a mi propia visión del mundo como escritor, que se fundamenta más en la comprensión del mundo desde una perspectiva de la fragmentación.
P/ Justamente, en ese sentido, al leer la novela se siente que el desarrollo de la historia sigue la evolución emocional y psicológica de los personajes en lugar de una línea de tiempo que organice los hechos. ¿Hay una propuesta estética en ello?
GFQ/ Por supuesto. Lo que inspiró la novela, desde el punto de vista formal, fue una reflexión en torno al concepto del tiempo, aspecto que determina la estructura de Desaparición. Para unos, el tiempo es lineal, progresivo, en tanto que para otros es cíclico. Estas dos aporías de la dimensión han dominado la percepción cultural. Lo que yo quise representar en la novela es que el tiempo es una dimensión que cada persona asume de forma individual, como experiencia propia. Esto significa que sólo cada uno de nosotros tiene su idea personal del tiempo y su sentido del valor de esa dimensión. A partir de esta conciencia, surge lo que llamo la decisión, que es lo que Nietzsche ya había anunciado como la apropiación del tiempo con la famosa metáfora del hombre que muerde la serpiente que se le ha metido por la boca. Tal perspectiva, si se hiciera efectiva, supondría un cambio fundamental en la cultura. Y, como todos los cambios radicales, supondría sobre todo un cambio en las relaciones de producción: ¿es humano entregarle nuestro tiempo a una empresa despojándonos de buena parte de lo que Marx llamó la plusvalía? ¿Se justifica que sacrifiquemos nuestro tiempo viendo ocho horas diarias de televisión o entregados a actividades inocuas? ¿Cuándo trabajamos los domingos o los feriados, o cuando trabajamos por fuera del horario laboral, no tenemos derecho a un salario extra? ¿Tengo derecho a perder dos, tres o hasta cuatro horas diarias en un trancón? Estos interrogantes son sólo ejemplos cotidianos de la importancia de la manera personal de concebir el tiempo. Depende de lo que yo crea de él, aceptaré o rechazaré ciertas situaciones que me presenta la vida y al decidir respecto de estas estoy decidiendo mi propia vida.
P/ ¿Cuál sería su sinópsis de Desaparición?
GFQ/ Esta novela narra una experiencia sentimental de una pareja que pese a las circunstancias persiste en su amor y, como su nombre lo indica, una de ellas en un momento dado tiene que darse a la tarea de encontrar a la otra. De ahí que el nombre determine el tema de la novela. Esta historia, que es el duelo de una persona por su amada, que es desaparecida, se enmarca dentro de un hecho histórico fundamental para Colombia como es la toma del Palacio de Justicia de 1985, y aunque este hecho aparece como un fondo en la novela, es un hecho crucial porque determina toda la acción de los personajes por cuanto ellos son representantes, a su vez, de discursos, de ideologías, de una perspectiva política que lleva a cada uno a resolver la situación de una manera totalmente diferente. Por una parte está la utopía marxista, la utopía comunista, que pretendió llevarse a cabo y que defendieron tantas personas en los años setenta; y por otro lado está un poco el pragmatismo contemporáneo, el sentido de la utilidad individual, el sentido de la libertad en términos absolutamente liberales. Esta oposición es la que va a generar la tensión de la novela y su resolución. Creo que Desaparición da cuenta entonces de dos perspectivas políticas a grandes rasgos, las dos perspectivas que han forjado desde mi punto de vista toda una generación en Colombia, que es mi generación. La tensión entre ellos es la que va a generar la tensión en la novela y la fragmentación a la que me he referido antes, que puede equipararse sin duda a la tensión que vivimos hoy y que fluctúa entre el socialismo, aún vigente en muchos países de América Latina, y el liberalismo dominante al menos en términos económicos.
P/ El contexto de la Toma del Palacio de Justicia ocurrida en 1985 en Bogotá le agrega un carácter crítico y político fundamental a Desaparición. ¿Cuál fue la razón para que usted lo tomara como referente de la novela?
GFQ/ Respecto a este hecho trascendental para la historia de Colombia hay dos razones que determinaron su tratamiento en Desaparición: mi experiencia personal y el interés por el tema de la desaparición. En lo que atañe a lo primero, debo decir que para la época era estudiante de la Universidad Externado de Colombia y justo el seis de noviembre tenía examen final de derecho penal con el profesor Alfonso Reyes Echandía. El hecho de que el magistrado no llegara y la manera en que, a través de los medios de comunicación, viví su calvario tuvo para mí un efecto trascendental: cambiaría mi percepción del Derecho, de la democracia y, en especial del poder. En segundo lugar, de ahí en adelante me sensibilicé mucho con el tema de la desaparición. El hecho de que en Colombia desaparezcan hasta veinticuatro personas diariamente y de que tengamos un número de desaparecidos superior a 200.000 me llevó a plantearme el tema del dolor de las víctimas de este crimen. Durante la dictadura de Pinochet desaparecieron unas 1.200 personas y esto ha sido vergüenza nacional desde entonces. En Colombia hay muchos más desaparecidos y no existe verdadera conciencia social del hecho. Creo que es necesario que hablemos de ello, cada uno desde su propia perspectiva. La mía, por pasión y pulsión vital, es la escritura.
P/ La sensibilidad que se percibe en su obra hace que su voz como narrador se distancie mucho de la voz y la imagen que solemos atribuirles a los académicos. ¿Cómo percibe usted mismo esto?
GFQ/ Hasta ahora, mi trabajo como docente o investigador en el campo de literatura es lo que la gente conoce. Sin embargo, yo llevo años escribiendo y tengo numerosas obras –cuentos, obras de teatro, novelas— guardadas a la espera de su publicación. Una cosa ha ido acompañada de la otra. La academia enriquece la obra artística y esta a la Universidad. Creo firmemente que un maestro es quien asume su labor de una forma artística, y esto no quiere decir de manera ligera: ambas esferas del conocimiento hacen parte de una misma disciplina, la literatura que, como tal, exige sacrificio, dedicación y entrega. Nadie se imagina que un músico que enseña lo hiciera sin el rigor propio de su disciplina. Tampoco debe pensarse que por enseñar o hacer literatura se esté en el campo de la simple especulación o la sensibilidad pura. Como todas las áreas del conocimiento, la literatura exige entrega, mucho cuidado y trabajo. De no ser por todo esto lo que concebimos como inspiración no tendría ningún destino. O más aún: esto es la famosa inspiración.
P/ Su novela plantea, sin duda, una fuerte crítica a la militarización ¿Qué tanto cree usted que puede llegar a determinar esto la recepción que tenga Desaparición en el público y cuál es su propósito con ello?
GFQ/ Siempre he criticado este tema en Colombia y en el mundo entero. Nuestra historia está plagada de referentes militares, próceres, guerras, ataques, que es necesario cambiar. ¡Qué agradable sería una historia nacional contada a partir del desarrollo intelectual de la gente! La militarización de la cultura ha hecho de nosotros simples objetos de discursos delirantes. La Conquista, la Colonia, la Independencia han sido hechos históricos determinados por élites de poder armadas. Con el tiempo, la gente se da cuenta de que tales hechos significaron más derramamiento de sangre que felicidad para la sociedad. El propio vocabulario castrense me ha parecido siempre peligroso: palabras como vanguardia, estrategia, ataque, fuerza, competencia, ataque, etc. han hecho de nuestra vida un espacio de guerra, sobre todo en países como Colombia, donde el mercado de armas, la intolerancia o el sectarismo han llegado a niveles inhumanos. Espero que todo esto no haga más que invitar al lector a plantearse las cosas de modo distinto a como nos las han presentado. En tal sentido, busco una recepción original de autores pacifistas, pues es esto lo que más necesita la humanidad.
P/ ¿Y qué piensa de la estigmatización de los géneros?
GFQ/ Sé porqué lo pregunta. Desaparición es entre otras cosas una matización de las fronteras entre los géneros masculino y femenino (además de un ejercicio de desdibujamiento de otras tantas). Como dicen muchas feministas, creo que el modelo patriarcal está agotado y es necesario reemplazarlo por otros modelos culturales. Esto tiene que ver con la pregunta anterior, claro: la guerra, los imperialismos, las invasiones han sido en principio cosas de hombres y hasta el momento esa lógica histórica nos ha gobernado a todos. Es necesario trascender por fin las lecturas binarias del mundo, tanto como superar las divisiones entre los géneros que sustentaron esa lógica. Las mujeres no deben estar condenadas a ciertas labores, las de la casa o la maternidad, por ejemplo, como tampoco enemistarse con los hombres por querer hacerlo. Por nuestra parte, los hombres no podemos continuar cumpliendo los roles que nos exigen sacrificios (en la guerra, por ejemplo) o limitar nuestras propias demandas humanas de afecto o placer. Unos y otros, y los que se consideran en el medio o en las fronteras debemos vivir conforme a nuevas pautas. La cultura cambia, la tecnología avanza, la libertad tiende a crecer, ¿por qué no vivir conforme a múltiples perspectivas de lo que significar ser humano?
La presentación de esta novela en la Filbo estará a cargo del escritor colombiano Sergio Álvarez (autor de 35 muertos y La lectora), que desde su experiencia como lector y autor de novelas negras sostendrá un conversatorio con Gustavo Forero Quintero que permitirá ahondar en otros interesantes aspectos de su novela. La cita es el próximo martes 30 de abril a las 4:30 p.m. en el salón María Mercedes Carranza, de Corferias. ¡Marque su agenda para no perdérsela!
[Gustavo Forero Quintero es profesor de literatura de la Universidad de Antioquia; Abogado y Literato. Doctor “Cum Laude” en Literatura Española e Hispanoamericana (Universidad de Salamanca) y Magíster en Études Romanes (Universidad de la Sorbona - París IV). Entre sus libros se encuentran El mito del mestizaje en la novela histórica de Germán Espinosa (Universidad Externado, 2006), Magia de las Indias (Planeta, 2007), la edición notada de Xicoténcatl de autor anónimo (Iberoamericana/Vervuert, 2012), Crimen y control social (Editorial Universidad de Antioquia, 2012), La anomia en la novela de crímenes en Colombia (Siglo del Hombre, 2012), Trece formas de entender la novela negra (Planeta, 2012) y la novela Desaparición (Ediciones B, 2012). Es, además, director del Congreso Internacional de Literatura Medellín Negro y coordinador del Grupo de investigación Estudios Literarios de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia.]
"Ya es tiempo de que en Colombia dejemos de pensar en abstracto y miremos de frente, como lo han hecho Argentina, Chile e, incluso, Guatemala, el dolor de la desaparición forzada", afirma el escritor colombiano Gustavo Forero Quintero, autor de la novela Desaparición, que se lanzará el próximo 30 de abril en la Filbo a las 4:30 p.m..